Resultaría ocioso recordar el
lugar que tiene el fútbol en la Argentina. Lamentablemente muchas veces el
espectáculo deportivo se ve opacado por noticias y coberturas mas vinculadas
con ejes extra futbolísticos, tales como violencia o evasión de impuestos.
Desde la perspectiva periodística
la noticia se restringe al accionar de “barras bravas” y la indiferencia de la
dirigencia de los clubes de fútbol. Aunque hay un vacio aun mayor que es el
vinculado con las nulas respuestas que se brindan desde el estado o lo que es
peor, la velada connivencia social que existe con el tema.
Los recursos aportados por los
clubes para la seguridad resultan ineficaces, complejos despliegues de
seguridad con gran cantidad de efectivos, han demostrado que poco tienen que
ver con la eficacia y la prevención. Muchas veces se han observado que
deficientes operativos policiales provocan mas que previenen hechos de
violencia en las canchas.
El Estado ha ensayado
alternativas intentando encontrar respuestas para frenar la violencia en los
espectáculos futbolísticos. El enfoque siempre es el mismo, se circunscribe el
problema al hecho puntual evitando analizar desde la acción gubernamental la
problemática desde un punto de vista mas global.
En este sentido, se refuerzan
operativos, colocando mayor cantidad de agentes de fuerzas de seguridad, se
habla del derecho de admisión, se invierten millonarias sumas de dinero en la
colocación de cámaras, enunciando medidas para evitar que personas ingresen a
los estadios, sin atacar realmente las causas, simplificando el análisis,
asumiendo que con la mera exclusión de algunos el problema desaparecerá.
En el mismo sentido, durante años
se ha mirado al costado respecto de las obligaciones tributarias derivadas de
los contratos y transferencias realizadas, algunas de ellas millonarias.
Finalmente, la Administración Federal de Ingresos Públicos ha emitido
resoluciones que reglamentan las formas de información y tributación de las
mismas, limitando la participación de representantes y clubes fantasmas en la
intermediación de las operaciones.
Pero un aspecto del que poco se
ha hablado es la llamada “cultura del aguante” que en los últimos años se ha
instalado en el ambiente futbolístico, superando y en algunos casos
reemplazando la clásica pasión que caracterizaba la forma de vivir el fútbol en
argentina. Pero esta “cultura del aguante”
que se visualiza como emergente futbolístico no deja de ser un reflejo
de la sociedad. La falta de apego a las normas y la poca cultura de la
legalidad que impera en todos los sectores sociales.
La política pública debe ser
abarcativa de todos los aspectos, se debe volver a una cultura de la legalidad
en la que las normas se cumplan, y el estado tenga un rol activo para prevenir
los delitos y cuando ello no sea posible, castigar a los culpables con las
herramientas legales previstas. Desde el Estado se debe tomar la decisión de
implementar políticas integrales, fomentando desde el inicio del proceso la
cultura de la legalidad, enviando señales claras a la sociedad que estas
iniciativas no son medidas aisladas sino políticas de estado.
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